8/9/2024
Quizás voy muy fuerte hoy.
A lo mejor no juega a mi favor ser tan honesto.
Pero no puedo evitarlo.
Lo que te voy a contar hoy es uno de mis aprendizajes más importantes.
Se ha traducido en clases exitosas.
Ya verás que entiendes a lo que me refiero y a lo mejor hasta terminas dándome la razón.
Recuerdo cuando nos enseñaban a escribir en el colegio.
Era muy importante la forma de las redacciones.
La clave era estructurar bien las frases, pero sobretodo utilizar palabras “con propiedad”.
Cuanto más cultas y rebuscadas, mejor.
Tanto era así que a menudo el valor de lo que querías contar quedaba en el olvido.
Si escribías una historia vanal pero con palabras raras y frases formales, sacabas buena nota.
En cambio, si escribías algo emocionante, gracioso o interesante, pero con lenguaje sencillo para que llegara, caca de la vaca.
El mensaje quedaba en un segundo plano.
Lo importante era lo que decía de ti la forma.
El lenguaje, la formalidad.
Que todo el mundo note que has “estudiao”.
(Viendo como escribo te habrás dado cuenta de que ni estuve, ni estoy, ni estaré de acuerdo ni interesado.)
El lenguaje sirve para comunicar algo.
Debe acercarnos para que nos entendamos.
Es una especie de acuerdo para transmitir información de una forma sencilla y natural.
Fíjate que cuando es así hasta podemos añadir una segunda línea de significado, darle connotaciones.
Es imposible visualizar, vivir, sentir, en definitiva, conectar con el mensaje, si necesitamos mucha energía para desencriptarlo.
Y estarás pensando…
¿Qué le pasa a este hoy con el lenguaje?
¿Ahora se ha vuelto filólogo?
No, no.
Tiene relación con la voz.
Un momento porfavó.
La conexión:
En mi email de la pluma azul hablaba de que tradicionalmente la enseñanza del canto se ha fundamentado en mensajes vagos.
La clase estaba llena de metáforas que necesitaban mucho trabajo para comprenderse.
(Si no has leído el email te recomiendo que lo hagas. Me escribió gente partiéndose de risa.)
Por eso en los últimos 20 años ha habido una ola de estudios científicos de la voz.
Fue una reacción que quiso encontrar una explicacion científica que hiciera más tangibles las metáforas tradicionales.
Algo que explicara qué quería conseguir lo de la pluma azul.
Pero creo que lo han querido argumentar tanto que nos hemos ido al otro extremo.
Además, el lenguaje técnico no es tan sencillo.
Quizás lo sea para quien lo ha masticado, invetigado y practicado.
Pero el que está aprendiendo desde abajo, el profesional que aprendió de las metáforas, o el que simplemente no conoce los términos, no se entera de nada.
Así que con la broma, ahora es el lenguaje técnico el nos separa de aquello que pretendía potenciar; dar explicación a las sensaciones intangibles.
Y te digo más, me he encontrado con profes que se escudan tras el lenguaje técnico.
Quiero decir:
Si alguien habla de resonancia, de apoyo, de subir la voz, hoy en día pierde la credibilidad casi inmediatamente.
En cambio, si te hablan de tiroaritenoideo, cricoaritenoideo lateral, o esfínter ariepiglótico, da sensacion de conocimiento y tiene credibilidad automáticamente.
Esto tiene dos grandes contrapartidas:
1. Crea una marcada diferencia jerárquica entre profe y alumno:
“Cuidao que soy el profe y tú el alumno.”
“Yo sé, tú no.”
“Hazme caso y todo irá bien.”
2. Permite a algunos tapar sus carencias.
Es fácil esconderse tras esa terminología técnica.
De esa forma tienen una credibilidad que no está fundada en lo que hacen, sino en lo que dicen.
Bla, bla, bla.
Así que vuelvo al principio:
¿De qué sirven esos palabros si la persona que los recibe no los entiende?
¿Para qué los quieres si en vez de acercar al alumno y al profe, crean una distacia?
¿Qué va a hacer con ellos el alumno?
Si no es capaz de visualizar lo que visualiza quien los usa (supuestamente).
Déjame ponerte un ejemplo más práctico:
¿Qué ventaja tiene hablar de BELT, si la persona no lo ha experimentado nunca?
¿Por qué empezar la casa por el tejado?
Si en vez de usar el término BELT bajamos el lenguaje a lo coloquial, la persona se relaja, prueba, encuentra y entonces comprende.
Ahí ya, ambos podemos darle el título de BELT.
Si usamos lenguaje cercano estamos ambos al mismo nivel.
Nos podemos mirar a los ojos y entendernos.
A partir de ahí, esa clase será una experiencia enriquecedora para ambos.
En vez de BELT, podríamos hablar de un sonido fuerte.
Un sonido rico en matices que llena el espacio.
Pero que curiosamente no requiere de fuerza ni de empujar aire con la barriga.
Sino que implica que el sistema se organiza para convertir todo el aire en sonido.
Además utilizará todo el espacio para potenciar la máxima resonancia
De esta forma podremos crear un sonido fortísimo.
¡Y ya basta de explicaciones!
¡A experimentar!
Cuando la persona lo ha experimentado, encontrado, integrado y comprendido, tiene algún sentido introducir el lenguaje técnico:
“A todo esto le llamamos BELT”
A partir de entonces, la palabra BELT significa algo para los dos.
Significará lo mismo.
Porque ambos compartimos la misma experiencia de lo que es.
No pongamos energía en el lenguaje, en los formalismos.
Centrémonos en aquello que queremos transmitir.
Curremos para que llegue.
Si te interesa ahondar en esto, en que la experiencia tenga más valor que las palabras que la describen, el programa de profes es tu sitio.
De ahí viene la palabra “funcional”.
Porque invertimos el tiempo en experimentar primero.
Seguimos todos los principios del aprendizaje experiencial.
Y luego, cuando ya hemos encontrado, cuando ya funcionamos, entonces comprendemos fisiológicamente todos los nombrajos y músculos.
Primero comprender en el cuerpo para luego comprenderlo en la cabeza.
P.D.1: Yo tambien pertenecí al club de los “cultos vocales”. Hablaba de pliegues, de estilohioideos y de apofisis mastoides. Luego me he quitao.
P.D.2: Quedan pocas plazas y queda poco tiempo. Empezamos en poco más de un mes. Así que es el momento de unirse.
P.D.3: La semana que viene ya no hablaré del programa. Así que es ahora o nunca. Si quieres saber más entra en el link que hay más arriba.
P.D.4: Intéprete, la semana que viene voy a por ti.